A QUEMARROPA
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          Accésit del Premio “Rafael Morales” 1992. Publicado en colección Melibea, Talavera de la Reina, 1993. ISBN: 84-88439-05-09. El jurado del premio estuvo compuesto por Joaquín Benito de Lucas, Eladio Cabañero, José Hierro, Jacinto López Gorgé e Isidro Flores. Incluído completo en “CONTRAFABULA (Poesía 1972-2004), Fugger libros / SIAL Ediciones. Madrid, ISBN: 84-95498-77-4. Correo-e: publicaciones@sialedicion.es

 
DIFICULTADES 
A Emilio Porta 

Lo más difícil es que el corazón  
recorra su distancia sin heridas,  
que el tiempo tenga besos suficientes  
entre las páginas del libro que hace piedra la Historia.  
Lo más difícil es  
que las fotografías rocen sin abrasar  
las horas degolladas,  
acaricien sin daño  
los encajes oscuros de las horas que fueron.  
Lo más difícil es que la rutina sirva para tejer  
una canción de cuna  
que adormezca y abrigue los caballos sin alma del olvido.  
Lo más difícil es que nuestros versos  
rescaten hoy de nuevo la canción más oculta, sin sangrar,  
sin hacer de la vida cotidiana un esperpento. 
El resto es siempre fácil, sucede simplemente.

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DONDE APRENDI A LEER (TEBEOS PARA LAS FIERAS) 

Siempre me pregunté si el Capitán Trueno y Sigrid  
hicieron algo más  
que dirigirse lánguidas miradas,  
detrás de las almenas del castillo de Thule.  
Lo mismo me pasó con Supermán  
y aquella periodista menudilla  
que se llamaba Luisa.  
Lo de Roberto Alcázar y Pedrín fue siempre más oscuro,  
y resulta escabroso recordarlo.  
Y qué decir de tí, Enmascarado Duende-Que-Camina,  
The Fhantom, Mr. Walker,  
mi indiscutible favorito:  
Heredaste de tus antepasados el trono de la calavera  
y hasta un anillo cátaro,  
pero sigue pendiente tu asunto con Diana.  
Es como para impacientar a las pirámides de Egipto. 

También da vueltas en mi agenda, repleta de preguntas,  
la estéril relación  
de aquel Diego Valor y de Beatriz Fontana,  
me resisto a pensar que el verdoso Mekong fuese el culpable.  
Nunca hubo nada entre El Jabato  
y aquella Claudia sosa, de peinado indeleble.  
Dale Arden y Flash Gordon huelen a goma de borrar  
de bachiller antiguo;  
si no fuera por Zarkov y por Ming  
nos habría matado tan largo aburrimiento.  
Todos igual.  
Menos mal que la Dama y el Golfo vagabundo  
fueron una excepción con prole numerosa, pero el resto... 

Si alguien los sorprende  
en la hierba de un parque, dándose un revolcón,  
o en un modesto piso de Las Ventas,  
con un par de mocosos y una nevera a plazos,  
le ruego que me avise,  
quizás aún esté a tiempo  
de quitarme de encima la extraña sensación  
que desde niño me devora.